Mumbai, sus barrios, su dureza, su encanto

Ganesh, Chatrapati, Maharashtra, Andra Pradesh, Chowpati, Shiva, mun, vadha pav, bhel ….. Palabras rarísimas todas ellas…. Vocablos que, aunque no quieras, forman parte en este momento de nuestro hablar… sumemos a eso nuestro limitado inglés… y aun peor, el extraño acento de esta gente… y ya vamos teniendo una buena idea de las barreras comunicacionales que vamos experimentando día a día…

Mumbai no descansa… 17 millones de personas parecen no tener reposo… Los barrios son, aunque muy diferentes entre sí, igual de agitados… miles y miles de coches pitando… cientos de miles de personas en las calles… uno que otro turista por ahí…  taxis, motos, taxis, taxis, taxis.. claxons fuera de sincronía.. caos para nosotros.. para ellos el orden lógico de esta durísima metrópolis.

Decidimos caminar desde nuestra guesthouse, hasta Marina Drive, un barrio costero de mucha actividad comercial con unas vistas privilegiadas de toda la bahía q nos ofreció un increible “Skyline”, evidencia de la gran diversidad de Mumbay… inmensos rascacielos que contrastan con elevadas colinas sobrepobladas y barriadas muy pobres… muy grandes y muy pobres… El Mar de Arabia inmenso abierto delante de nosotros.

Llegar a Marina Drive no fue nada fácil. Aún cuando en el mapa q teníamos se mostraba como una ruta muy sencilla y directa, la falta, o ausencia de indicaciones, y la poca colaboración al preguntar, complicó nuestra caminata. Sin embargo y “por nuestros guevos” llegamos al paseo marítimo, después de varios litros de agua y ciertas paradas estratégicas.

El hambre obligaba a comer y una pizzería se nos mostró como la mejor de las opciones. Una pizza hawaiana nos transportó a la mítica canción de Mecano… Hawaii y Bombay together en un instante, pero si Hawaii no es lo que se llama un paraíso, Ana Torroja y compañía nos engañaron del todo.

El regreso al barrio de Colaba lo hicimos también andando, otra ruta, un poco más directa, nos llevo cerca de Churchgate train Station luego un pequeño mercadillo y una vista desde fuera de la inmensa biblioteca nacional y su imponente fachada.

El Modern Juice Center, en la calle Arthur B. Road, nos esperaba como un merecido premio con los mejores y más variados zumos naturales, muy muy baratos. Recomendación a todo el que se pase por el barrio de Colaba, así como los nuggets, shawarmas y hamburguesas (todos de pollo).

Al día siguiente decidimos tomar un taxi hasta Chowpatty Beach, para, desde allí, caminar subiendo por Malabar Hill, un barrio de clase media, que esperábamos nos llevara directo al Templo de Mahalaxmi. Nuevamente la falta de indicaciones y la poca colaboración, nos obligaron a tomar un taxi…. Gran decisión, ya que estábamos mucho más lejos de lo que pensábamos… si consideramos lo económico que resulta al cambio, aún pese a la “tarifa turística” que nos aplican es una verdadera opción… la recomendación es pactar el precio antes de subir, o lograr que el taxista ponga el contador en marcha, cosa que casi nunca se logra, ya que la diferencia es realmente grande.

La entrada al Templo es una hilera larguísima de ventas de ofrendas a la deidad… cientos de personas se han dado cita el mismo día q nosotros… nos obligan a quitarnos los zapatos… una vez descalzados entramos en la “zona de silencio“ y una vez que pasamos por el control, nos hacen separarnos… hombres y mujeres, se acercan al altar que hay allí preparado en filas separadas….  en nuestro caso, habíamos comprado, por 30 rupias una ofrenda q consistía en flores amarillas, una especie de pañuelo muy bien doblado, y una flor de loto “curiosamente” idéntica a la que lleva tatuada Sus en el brazo. Por esa razón, y por nuestra evidente diferencia física y de atuendo, éramos el centro de todas las miradas… nadie era indiferente a nuestra presencia… la mayoría nos regalaba una amable sonrisa que nosotros devolvíamos gustosamente… nadie dejaba pasar inadvertida la presencia de estos dos “extraños peregrinos”… al entregar la ofrenda, recibes a cambio un bindi pintado en la frente… ese tercer ojo q ya hace un poco menos fuertes esas diferencias… al salir, y tras entregar otra flor, se nos obsequió con un brazalete rojo y amarillo, momento en el cual se nos acercó un niño, deseoso de hacerse una foto con Claudio… él la hizo con su cámara, y nosotros retratamos el momento con la nuestra… la experiencia fue interesante.. Vivir y ser testigos de la religiosidad de este pueblo y de la importancia de ella en su cultura nos ayuda a comprenderlos inmensamente mejor…

A pocos metros de allí y adentrándose en el mar en una especie de pasarela se encuentra la tumba de Haji Ali… se trata de un centro de visitas y peregrinación musulmán, que rinden tributo a un santo, también venerado  por hinduistas, el cual decidimos conocer… nuevamente, y nada más entrar, la venta de ofrendas y souvenirs se suceden una tras otra con sus respectivos sonidos y olores característicos, una tras otra… seguíamos siendo los visitantes más extraños del lugar… volvíamos a ser (o nunca habíamos dejado de serlo) los bichos raros del momento, algo a lo que ya, sin darnos cuenta, comenzábamos a acostumbrarnos… las vestimentas de los hombres… las mujeres tapadas en riguroso color negro, todo su cuerpo, salvo los ojos, familias enteras que transmitían una tradicionalidad desconocida para los occidentales ya nos llamaba a la reflexión…  el trayecto, de unos diez o quince minutos caminando fue, hasta el momento, la más impactante visión de la India pobre y sus miserias… lisiados, enfermos, personas deformes, niños en estado deplorable de nutrición… todos en el suelo, al sol, con la mano tendida, recitando plegarias y pidiéndote dinero fue un verdadero impacto… sus miradas tristes y desesperanzadas… la resignación … esa tristeza q todos sabemos q nunca se irá… es duro verlos a los ojos y, luego, pensar… pero si son personas iguales que nosotros… no es justo… no lo es… no es vida digna esta que les ha tocado… no han hecho nada para merecerla… pues India nos dio una bofetada de realidad… crudeza en primera persona… una cura de humildad…

 

Aún sin reponernos de ese impacto… aún con los ojos llenos de lágrimas fuimos a visitar los Mahalaxmi Dhobi Gats… donde los dhobiwallahs, o lavanderos, lavan a mano, la ropa de decenas de hospitales y hoteles en una “lavandería” junto a las vías del tren… se trata de un trabajo reservado sólo para hombres, dada la exigencia física del mismo, y, según cuentan, se trata de una práctica que data de muchísimos años y que llevan a cabo con una eficacia casi perfecta…

El día ya iba llegando a su fin… fuimos a la Churchgate Station a comprar los billetes para el día siguiente y así poner fin a la jornada… en esta estación, justo al cruzar la calle,  existe una oficina de reservas, que dispone, en el primer piso, de una ventanilla que atiende exclusivamente a turistas, por lo que además de atención directa, esta modalidad nos ahorró un par de horas de cola… billetes a Nashik en mano… ya nos vamos a tierra de vinos… un par de zumos en el Modern Center y ya nos estamos despidiendo de Mumbai…

El tren partía de la antiguamente llamada Estación Victoria, ahora llamada Chatrapati Shivaji Station… encontrar el andén adecuado no fue nada difícil, nuestros nombres bien apuntados en la lista que estaba en la puerta del vagón nos decía q estábamos en lo correcto, a la vez que nos recordaba que ya nos íbamos de Mumbai.. La primera parada del viaje se había acabado… Nashik y tantas otras cosas no han llegado aun…

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